La red europea de fincas colaboradoras prevista en el proyecto se ha puesto en marcha en España, Italia, Grecia y Portugal. Tras varios meses de reuniones y encuentros entre los socios del partenariado del proyecto LIFE+ ClimAgri, ya existe un consenso sobre el conjunto de Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) susceptibles de ser implantadas, tanto en la finca demostrativa a escala piloto, como en las doce fincas demostrativas que conforman la Red Europea, y que servirán para que se establezca un sistema de manejo que contribuya a la mitigación del cambio climático y a la adaptación de los cultivos a los escenarios climáticos que se derivarán del calentamiento global.Además, diversos indicadores han sido definidos para realizar un seguimiento de las mismas y caracterizar el sistema de manejo, desde el punto de vista de la sostenibilidad medioambiental, económica y social.
Las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) identificadas han sido seleccionadas en base a su potencial mitigador y adaptador y están suficientemente probadas y ensayadas para confirmar la viabilidad técnica de su implantación en la explotación, quedando por tanto a cargo del proyecto demostrar a gran escala su poder mitigador y adaptador.
Las prácticas identificadas se han recogido en un decálogo que pretende servir de referencia al sector agrario para afrontar la lucha contra el cambio climático tanto desde la vertiente mitigadora como adaptativa.
Junto al decálogo de BPA, se han definido un conjunto de 26 indicadores, que permitirán hacer un diagnóstico del grado de sostenibilidad de la explotación en base al sistema de manejo. De esta manera, campaña a campaña, se generará un informe de cada explotación colaboradora en el que cada indicador establecido obtendrá una puntuación en función de las medidas implantadas en el sistema de manejo llevado a cabo en el cultivo y en función de su grado de aplicación.
Entre los indicadores contemplados se encuentran algunos destinados a caracterizar el sistema de manejo desde el punto de vista social y económico, y otros destinados a caracterizar el sistema de manejo desde el punto de vista medioambiental, centrándose alguno de ellos en la eficacia de las medidas adoptadas para mitigar y adaptar los cultivos al cambio climático.
Se espera que a través de los informes de seguimiento que se vayan realizando periódicamente en cada campaña, las explotaciones vayan aumentando en el número de prácticas implantadas, incrementando así su potencial mitigador y adaptador al cambio climático año tras año.
Si bien sería deseable la implantación de todas y cada una de las prácticas identificadas en cada explotación de la Red, para así maximizar el potencial del sistema de manejo en lo que respecta a la mitigación y adaptación al cambio climático, probablemente ello no será posible al comienzo del proyecto. Por lo tanto, el objetivo inicial al comienzo del establecimiento de la Red Europea de Fincas, no es el de instaurar todas las prácticas en cada explotación, sino aquellas que sean posible en función de las condiciones técnicas, climáticas y agronómicas existentes en cada zona. Concretamente, en España el proyecto cuenta con cuatro explotaciones adscritas a la Red Europea de fincas colaboradoras, distribuidas a lo largo del Valle del Guadalquivir.