El pasado 5 de junio se realizó una visita a la finca colaboradora del Grupo Operativo Smart AG Services titularidad de los hermanos Luis y Francisco Marchena, ubicada en la localidad de Brenes, en la que se realiza el seguimiento de las prácticas de riego localizado.
Llevando la explotación familiar directamente desde hace prácticamente una década, Luis y Francisco Marchena han asumido la responsabilidad de introducir su explotación en el siglo XXI, que si bien disfruta de las bondades de la rica Vega sevillana, también exige innovación y gran atención al seguimiento de cultivos en un mundo tan competitivo como son los hortícolas y los cultivos de regadío.
Con parcelas pertenecientes a la Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir, han visto el cambio experimentado en las infraestructuras, pasando de los canales superficiales de obra a tuberías subterráneas con caudalímetros que recogen y envían mediante telemetrías los datos de consumo a la Comunidad de forma automática.
Principales obstáculos para el riego localizado inteligente
Habiendo realizado la modernización total de una de las parcelas de la explotación, con una importante inversión en tecnología, los principales impedimentos que ven para la universalización del riego localizado inteligente son los costes de implantación a los particulares, así como una generalización en la dispersión de las parcelas de una explotación, según afirma Francisco Marchena: “Aquí lo corriente que es que un agricultor profesional pueda tener numerosas parcelas dispersas en el territorio, algunas de ellas de pequeño tamaño, lo cual dificulta enormemente la automación, o bien llega a hacer imposible la automatización total de una explotación; más bien se hacen inversiones aisladas en determinadas parcelas en la medida de lo posible”.
Por otro lado, la baja rentabilidad del maíz, de los cereales u oleaginosas, lleva a la necesidad de cultivar cultivos hortícolas de mayor margen, pero también de mayor riesgo. “No siempre la patata consigue un buen precio, y lo mismo sucede con cebollas o tomates”, asegura.
Respecto al riego, la mayor preocupación llega de la propia infraestructura, que aún reconociendo el gran esfuerzo en la modernización conseguido por la Comunidad de Regantes, se enfrenta a dos problemas: uno estructural, como es la baja presión llegado el momento de regar, y otro alóctono, como es la creciente presencia del mejillón tigre.
En el primer caso, la baja presión se produce porque el precio de la electricidad induce a que se extienda el riego nocturno, con lo cual la acumulación de la demanda en momentos puntuales provoca bajadas de presión que dificultan el riego. En el segundo caso, la invasión del mejillón tigre, provoca atoramientos en las instalaciones, y llega a colapsar los filtros de las bombas y conductos, lo que exige una continua limpieza de los mismos para su correcto funcionamiento.
Para Luis Marchena, “el regadío necesita sobre todo una infraestructura eficiente y en buen estado, como condición previa y necesaria a la implantación de nuevas tecnologías en las explotaciones agrícolas.”
Este año los hermanos Marchena colaboran de nuevo en el proyecto SMART AG Services, con una de las parcelas sembradas de maíz, en la que la Universidad de Sevilla han instalado los sensores para analizar los sectores de riego y valorar las dosis, el momento y las condiciones para el desarrollo óptimo del cultivo, buscando el mayor ahorro de agua y de combustible.