El manejo de los restos vegetales del cultivo del algodón (Gossypium hirsutum L.) constituye una práctica agronómica clave para la prevención de plagas, la mejora del suelo y el cumplimiento de la normativa fitosanitaria vigente. Como informa la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía (RAIF), tras la recolección de este cultivo industrial, los residuos principales son tallos lignificados, hojas, cápsulas vacías y restos de fibra, los cuales poseen una alta relación C/N y lenta descomposición natural. Estos restos deben gestionarse de forma que se minimice el riesgo de aparición de plagas y enfermedades, así como para optimizar la fertilidad del suelo y reducir el impacto ambiental.
Uno de los principales objetivos del manejo de los restos vegetales del algodón es reducir la supervivencia de plagas y enfermedades que completan su ciclo biológico en los residuos del cultivo, así como facilitar la preparación del terreno para la siguiente campaña. Plagas como el gusano rosado (Pectinophora gossypiella), earias (Earias insulana) o heliotis (Helicoverpa armigera) pueden sobrevivir en cápsulas y tallos mal gestionados. Además, los restos pueden actuar como reservorio de patógenos como verticilosis (Verticillium dahliae), y de otras plagas como pulgón (Aphis gossypii) o mosca blanca (Bemisia tabaci).
Un manejo adecuado de los restos vegetales del algodón incluye operaciones de desbrozado, picado e incorporación al suelo mediante el empleo de desbrozadoras o trituradoras de martillos, con el posterior enterrado superficial mediante labor de grada o chisel; favoreciéndose, de este modo, la descomposición de los tejidos vegetales, acelerándose la mineralización de la materia orgánica del suelo, con la consiguiente liberación gradual de nutrientes como nitrógeno, fósforo y potasio. Este proceso debe realizarse inmediatamente después de la cosecha para minimizar el riesgo de reinfección por plagas que puedan refugiarse en los tejidos verdes o semileñosos. En determinadas circunstancias, especialmente en suelos con alto contenido en arcillas, se recomienda un periodo de secado previo de los residuos antes de su incorporación.
Otra alternativa es la retirada y compostaje controlado de los restos, con temperaturas superiores a 55 °C durante varias semanas, lo que asegura la destrucción de posibles formas resistentes de plagas. Se recuerda que la quema de los rastrojos está prohibida, salvo autorización expresa por emergencia fitosanitaria, debido a los riesgos ambientales y a la pérdida de nutrientes. El manejo integrado de los restos vegetales del algodón debe coordinarse, además, con otras estrategias de control fitosanitario, como la rotación de cultivos.
La correcta gestión de los restos del cultivo del algodón combina prácticas culturales, mecánicas y, en casos justificados, químicas o biológicas, con el fin de reducir la presión de plagas, mejorar la sanidad del suelo y garantizar la sostenibilidad del cultivo. Este enfoque se enmarca dentro de los principios de la Gestión Integrada de Plagas (GIP) y de la condicionalidad de la PAC, siendo una exigencia tanto agronómica como medioambiental.





