En lo que llevamos de año agrícola en Andalucía (desde el 1 de septiembre de 2016) se ha recogido una precipitación media acumulada de unos 340 mm; siendo las provincias de Cádiz y Málaga las que más agua de lluvia han recibido, 485 mm y 445 mm, respectivamente, según los datos que publica en su página web la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de la Consejería de Agricultura (RAIF). Granada, con 220 mm, y Jaén con 223 mm, han sido las que menos precipitación han acumulado en estos primeros meses del año agrícola.
Con respecto a la media anual de un año medio (periodo 1981-2010), Almería es la provincia que mayor agua de lluvia ha recogido en lo que llevamos de año agrícola, un 75% sobre lo habitualmente registrado en esa provincia, seguida de Cádiz con un 71%; siendo Jaén la provincia que menos porcentaje de lluvia ha recibido con respecto a la media anual habitual, un 38%.
El agua de un año y medio, en menos de seis meses
A nivel de Andalucía, se ha recogido ya casi el 60% de agua de lluvia que cae normalmente en un año medio (periodo 1981-2010). Esta pluviometría registrada en estos cinco meses y medio es superior a la acumulada en el mismo periodo de tiempo del anterior año agrícola (2015-2016).
Reparto de lluvias desigual
El reparto de estas lluvias ha sido muy desigual, con fuertes precipitaciones caídas a finales de noviembre y principios de diciembre, con el consiguiente perjuicio sobre algunos cultivos y en algunas zonas, en donde se produjeron inundaciones tanto en parcelas agrícolas, caminos rurales, etc, como en algunas poblaciones de nuestra comunidad; y con escasas lluvias registradas en los meses de diciembre y enero, provocando una pertinaz sequía que finalizó con las precipitaciones caídas en la primera quincena de febrero.
Retraso en la sementera de cereales de invierno
Todo esto provocó, por un lado, un retraso en la sementera de los cereales de invierno, al encontrarse numerosas parcelas con dificultad para la preparación del lecho de siembra, debido a las mencionadas abundantes lluvias de principios de diciembre. Estas copiosas lluvias no afectaron, sin embargo, a las sementeras de remolacha azucarera, las cuales se encontraban ya prácticamente realizadas por esas fechas; pero sí influyeron en la germinación y nascencia de algunas parcelas recién sembradas, provocando la realización de resiembras, parciales o totales, en algunas de ellas.
Retrasos en arroz, algodón, olivar o cítricos
Estas precipitaciones no impidieron la normal recolección de cultivos como el arroz o el algodón, los cuales se encontraban ya prácticamente finalizados; sin embargo, sí provocaron, en las últimas parcelas recolectadas, un retraso en las labores de levantamiento de los restos de cosecha de estos cultivos.
En numerosas parcelas de cultivos leñosos como Olivar o Cítricos, en plena recolección, las lluvias de noviembre y primeros de diciembre también impidieron la normal cosecha de éstos, produciéndose en algunas parcelas inundaciones que dejaron a los árboles literalmente bajo agua.
Los secos meses de diciembre y enero, dieron una tregua al campo, facilitando la realización de las habituales labores a desarrollar en esos meses: siembras de cereales de invierno, labores de bina, recolección, abonados, aplicaciones de herbicidas, etc.
Reserva hídrica importante, aunque peligro de enfermedades y malas hierbas
Del mismo modo, esta agua acumulada en los suelos agrícolas de Andalucía, van a suponer una reserva hídrica importante para los cultivos de primavera-verano, siempre y cuando siga lloviendo en los próximos meses y se mantenga la humedad en el suelo.
Las últimas lluvias caídas pueden provocar un aumento en la incidencia de algunas enfermedades (aguado en cítricos, cercospora en remolacha, repilo en olivar, septoria en trigo, etc), no así en las plagas, que con las bajas temperaturas de estas últimas semanas, han visto descender sus niveles de presencia.
La nascencia de malas hierbas en general se ha visto muy favorecida por estas precipitaciones, siendo necesario el empleo de labores de cultivador y/o uso de herbicidas totales o específicos y adecuados a cada cultivo y mala hierba.