Una vez sembrada nuestra parcela de remolacha, es el momento de programar un correcto control sobre las malas hierbas donde, como publica la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía (RAIF) debemos tener en cuenta varios aspectos técnicos, tales como :
1.- Realizar un inventario de las especies de malas hierbas más comunes y que afectan con mayor grado de infestación a nuestra parcela. Es necesario conocer contra quién luchamos.
2.- En función del punto anterior, debemos elegir, entre los herbicidas autorizados en el Registro Oficial de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los que mejor controlen dichas adventicias, teniendo muy en cuenta las observaciones o restricciones que sobre ellos existan.
3.- Una vez conocida la flora adventicia existente en nuestra parcela, y seleccionados los productos y dosis a utilizar, conviene enumerar las condiciones en las que se deberían aplicar correctamente los herbicidas:
– Emplear la dosis que marca la etiqueta o la hoja de registro del producto.
– Usar un volumen de caldo aproximado de unos 200 L/ha para todos los tratamientos.
– Las boquillas deben ser de tipo abanico plano y 110º, siendo muy recomendables las boquillas antideriva o de baja deriva.
– La presión de trabajo no debe superar los 3,5 bar (salvo indicación del fabricante).
– Emplear un pulverizador homologado (evite el uso de vehículos todo-terreno), y en perfecto estado de mantenimiento y calibración.
– Tratar preferentemente al atardecer (hay menos viento, menor temperatura y mayor humedad relativa).
– No aplicar cuando se superen los 22º C a la sombra.
– Evitar los tratamientos con heladas (incluso los días previos a la misma); si no es posible retrasar la aplicación, se deben reducir la dosis de los productos, siendo recomendable dar un riego ligero (5-10 l/m2) en este caso.
Numerosos estudios y experiencias han demostrado que para conseguir un control eficaz de las malas hierbas en la remolacha azucarera es necesario realizar un programa de aplicaciones a dosis reducidas. Este programa consiste en la suma de 4 o 5 aplicaciones herbicidas espaciadas en el tiempo: Una en preemergencia y tres o cuatro en postemergencia.
La aplicación de preemergencia es indispensable y necesaria para un control satisfactorio de las malas hierbas, ya que elimina una gran parte de ellas (dependiendo de las especies y los productos elegidos), entre un 50% y un 70%; además, las malas hierbas que sobreviven germinan con menor vigor y se desarrollan más lentamente, lo que facilita una mayor eficacia de las aplicaciones de postemergencia. El empleo sólo y exclusivo de las aplicaciones de postemergencia suele tener como consecuencia final un deficiente control de las adventicias, así como un incremento de los costes.
La preemergencia debe realizarse justo después de la siembra, si es posible el mismo día, regándose a continuación, para que se fije o incorpore al suelo y comience a actuar. Los criterios de selección de las materias activas y la dosis del tratamiento preemergente dependen de la flora esperada y de la textura del suelo. Los herbicidas utilizados deben ser de amplio espectro y la dosis de aplicación debe permitir un control satisfactorio sin que se produzca fitotoxicidad en el cultivo.
En relación a las aplicaciones de postemergencia, se deben realizar a medida que van naciendo las malas hierbas. El intervalo preferente entre aplicaciones está entre 8 y 12 días. Es importante realizarlas a medida que se va produciendo el nacimiento de las malas hierbas, entre el estado de “punto verde” y cotiledones. De este modo, cada vez que se realice una nueva aplicación, morirán aquellas malas hierbas nacidas después de la aplicación anterior y no será necesario volver a intervenir hasta que se produzca una nueva nascencia, período que normalmente oscila entre 8 y 12 días.
La finalidad de cada una de las aplicaciones de postemergencia es controlar la flora emergente mediante la acción por contacto y la creación en el suelo de una capa de herbicida con efecto residual contra las malas hierbas que van naciendo. La elección de los productos dependerá de las especies a combatir, y la dosis, del estado de desarrollo de las malas hierbas. El número de aplicaciones en postemergencia es variable (normalmente de 2 a 4), dependiendo, claro está, de la presencia o no de nuevas generaciones de malas hierbas a lo largo del periodo de implantación del cultivo.
• 1ª postemergencia, es la más importante. Es necesario realizarla tan pronto como aparezcan las primeras hierbas (es el estado de “punto verde”). Para ello hay que ponerse de rodillas y observar detenidamente el suelo, incluso levantando la capa superficial de tierra para ver si están germinando las semillas de las malas hierbas.
• Aplicaciones posteriores, se harán una o dos semanas después de la anterior. La última postemergencia que se dará antes del cierre de calles, es conocida como “sellado”.
Para garantizar unos buenos resultados se recomienda dar un ligero riego al día siguiente de cada aplicación (si no se esperan lluvias). Además, se sugiere llevar a cabo nuevas aplicaciones de herbicidas en parcelas especialmente problemáticas, donde continúe apareciendo hierba una vez finalizado el programa de tratamientos previsto.
Todo lo expuesto anteriormente debe servir como orientación para un correcto manejo de las malas hierbas, así como para una adecuada elección y aplicación de herbicidas en el cultivo de la remolacha azucarera de siembra otoñal, sin embargo, dada la multitud de factores que intervienen en este complejo proceso de control de las adventicias de este cultivo industrial, se aconseja consultar a un técnico cualificado en esta materia.