Hacía 20 años que el campo sevillano no salía a la calle para protestar bajo la unidad de acción. Las últimas movilizaciones convocadas por todas las organizaciones profesionales agrarias se produjeron en el año 2000, cuando los agricultores sevillanos manifestaron su repulsa a la subida de los costes de los inputs agrarios y a la bajada de los precios en origen.
Como publica la periodista Inma Lopera en ABC, dos décadas después, la situación en el sector, lejos de mejorar ha empeorado, pues el embudo se ha estrechado mucho más para unos agricultores que, no debe olvidarse, son los únicos que se encargan de producir los alimentos sanos y seguros que llegan a las mesas de todos los consumidores. Pero los precios «ruinosos» que reciben por su trabajo, la subida continua de los costes de producción (semillas, maquinaria y equipos, fertilizantes y agroquímicos, carburantes, electricidad, etc.), la gran brecha que existe entre lo que el agricultor percibe por su producto y lo que paga el consumidor (del 600%), las barreras comerciales y los aranceles a la exportación, las importaciones de terceros países sin control, las limitaciones y trabas para el desarrollo de la actividad en zonas protegidas, el continuo «reverdecimiento» de la PAC, que amenaza además con un recorte significativo en las ayudas; los «ataques injustificados» a la actividad y, por último, la anunciada subida del Salario Mínimo Interprofesional para este año 2020, han hecho estallar por los aires la paciencia de los productores sevillanos, sumándose al proceso de movilizaciones emprendido por el sector agrario español el pasado 28 de enero bajo el hashtag #AgricultoresAlLímite.
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