En 2019 se cultivaron en Andalucía unas 7.300 ha de tomate al aire libre para transformación industrial, 6.200 en la provincia de Sevilla, según los datos que publica la Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía (RAIF). En 2020 la superficie cultivada será inferior a la campaña pasada. Se localiza fundamentalmente en la comarca del Bajo Guadalquivir, en la provincia de Sevilla.
La siembra suele realizarse de forma escalonada, repartida en el tiempo durante los meses de marzo y abril, y normalmente las últimas a principios de mayo. De este modo es posible organizar una recolección gradual del cultivo, recepcionando el tomate de todas las zonas a lo largo de unos 75 días, aproximadamente. Este cultivo presenta un ciclo de unos 4 meses.
Como publica la RAIF, esta campaña comenzaron a plantarse las primeras parcelas a principios de marzo, y ha ido avanzando esta operación a lo largo del mes de abril, condicionada también por las precipitaciones. En estos momentos la superficie plantada se estima en algo más del 80%. Se prevé finalizar, si el tiempo lo permite, a lo largo de la semana que viene, es decir, durante los últimos días de abril, o primeros de mayo.
En los primeros estadíos del cultivo, una vez instalado, puede haber presencia de insectos de suelo, como gusanos de alambre (Agriotes spp.) y rosquillas o gusanos grises (Agrotis segetum). Se recomienda por tanto recorrer la parcela para detectar plantas afectadas, y evaluar la presencia de larvas en el suelo, ya que la distribución de estas plagas es muy irregular.
Para el control de estos agentes, principalmente gusanos de alambre, es frecuente el tratamiento en el momento de la siembra, en función del historial de la parcela. Esto se debe a que la presencia de esta plaga, en el caso de darse, tiende a mantenerse a lo largo de los años.