Con el fin de agosto, toca hacer balance del año agrario. Tras entrevistar al coordinador de los Servicios Técnicos de ASAJA-Sevilla, Antonio Caro; el técnico de la patronal José Vázquez y el responsable de Ganadería, José Manuel Roca, la periodista Isabel Campanario ha ofrecido un análisis pormenorizado en El Correo de Andalucía.
Como indica Campanario, el ejercicio que concluye lo hace repitiendo un patrón climatológico similar al año precedente, en el que un invierno inusualmente cálido, las heladas de febrero, las intensas lluvias de mayo y las altas temperaturas de primavera y verano han condicionado el desarrollo de los principales cultivos de la provincia de Sevilla.
La cruz le tocó este año a los productores de cereales y de girasol, al igual que a los de tomate para industria concentrados en el Bajo Guadalquivir, que sufrieron malas cosechas, mermas de calidad y precios muy bajos, mientras que el resto se vadeó entre buenas cosechas y precios más o menos razonables.
El aceite, con una producción que rondará los 1,4 millones de toneladas y marcada por la ausencia de stock, mantuvo posiciones en el nivel de precios.
Las lluvias primaverales que no sentaron bien a algunos cultivos sí que beneficiaron a los ganaderos, pues con ellas llegó un ahorro significativo en la alimentación de la cabaña. Aún por estas fechas hay fincas con pasto.
Por contra, la tuberculosis bovina se mantiene como el principal problema de sanidad animal.
Año intenso, además, en la compleja maraña normativa que acompaña a la Política Agraria Común (PAC), con la asignación de los derechos definitivos de pago base que le corresponderán los próximos ejercicios a los agricultores andaluces. Un tedioso proceso que requirió ampliar el plazo del 30 de abril al 15 de junio para poder llegar a tiempo tras un largo periplo de burocracia, incidencias y alegaciones.
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