La campaña de la montanera está en su fase final. Una campaña que empezó retrasada y que ha sido un tanto peculiar, ya que si en lo agronómico no ha habido quejas, tras disfrutar los cerdos ibéricos de bellotas (algo más escasas que el año pasado) y de muy buena disponibilidad de hierba y recursos arbustivos, los productores sí han criticado, y mucho, la complejidad que actualmente caracteriza el quehacer diario de los ganaderos del ibérico.
Como publica la periodista Inma Lopera en ABC, ENAC, Organismo Nacional de Acreditación, ha aumentado las exigencias a las empresas inspectoras y certificadoras del ibérico, que han trasladado esa presión al ganadero, sometido a más visitas, más controles y más requisitos para hacer su trabajo. Unos ganaderos ya de por sí «asfixiados» en trámites burocráticos para dar cumplimiento a la Norma de Calidad y al sistema informático Ítaca que gestiona la Interprofesional del sector (Asici), cuya aplicación afecta a toda la cadena, desde el nacimiento del lechón hasta la aparición del producto ibérico en los puntos de venta, pasando por los mataderos e industrias.
Este triple control limita la actividad ganadera e influye en las producciones de la montanera. De hecho, «ha bajado considerablemente el número de cochinos de bellota, pues si el año pasado se produjeron 720.000 animales, este año la calificación no alcanzará ni los 650.000», explica en ABC el responsable técnico de Ganadería de ASAJA-Sevilla, José Manuel Roca.
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