El Corredor Verde del Guadiamar es un paraíso para los caballos, pero un azote para los casi 200 agricultores que tienen sus fincas lindando con este espacio protegido, debido a la presencia masiva de estos equinos y de otros rumiantes, que campan a sus anchas sin control alguno y sin registrar, rompiendo alambradas, destrozando instalaciones de riego y dañando a los cultivos.
De hecho, como informa la periodista Inma Lopera en ABC, los agricultores afectados han acumulado más de medio centenar de denuncias en los últimos meses. La crisis económica ha impulsado que muchos propietarios de caballos de municipios cercanos al corredor los «liberen» en este espacio para no tener que hacerse cargo de su manutención. Se trata de decenas de animales que están sin identificar, por lo que se desconoce las condiciones sanitarias en las que se encuentran. A estos caballos sueltos se unen más de un millar de cabezas de ganado ovino-caprino, que entra a aprovechar el pasto y el ramoneo, adentrándose también en las fincas colindantes buscando agua y ocasionando cuantiosos daños en goteros y reguladores de riego.
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