Las siembras de cereales de invierno en Andalucía prácticamente ya han finalizado, por lo que este año se ha podido terminar antes de 15 de diciembre, que es la ventana óptima de siembra. Solo quedan algunas parcelas testimoniales pendientes de sembrar.
Esta campaña de siembra ha sido buena porque, aunque no ha llovido mucho, el agua ha caído en su justo momento. Las lluvias de primeros de noviembre permitieron que suelo cogiera tempero y que luego oreara, momento que aprovecharon los agricultores para meterse de lleno a sembrar. De hecho, hacia el 24-25 de noviembre, ya se había sembrado el 80% de la superficie, señala Fernando Rodríguez, técnico de Cultivos Herbáceos de ASAJA-Sevilla, en declaraciones a Agrodigital.com.
La germinación de las semillas ha sido buena y regular, por lo que ahora los campos de cereal están preciosos, con las plantas ya nacidas. Además, las bajas temperaturas que ahora se están registrando, le está viniendo bien al cultivo.
¿Qué novedades hay esta campaña? Pues la novedad es que no hay grandes variaciones en las siembras de este año, evalúa Rodríguez, ya que se estima una superficie sembrada similar a la del otoño de 2019. Solo hay que destacar que la superficie de trigo blando puede haber aumentado ligeramente en detrimento de la de trigo duro. La razón principal es que el precio de trigo blando no ha sido malo y es un cultivo que tiene menores costes que el trigo duro.
Hasta las siembras de 2017, la superficie cultivada de trigo duro fue aumentando, llegando a 238.270 ha. A partir de ahí, empezó la tendencia a la baja: 173.980 ha en 2018 y 177.795 ha en 2019. En 2020 se prevé una nueva bajada, aunque leve.
Por el contrario, la superficie de trigo blando ha ido al alza: 97.147 ha en 2017; 129.078 ha en 2018 y 133.066 ha en 2019.
Otra cuestión destacable, es la fidelización del agricultor hacia la cebada para pienso y el triticale, ya que son cultivos rústicos, con menos costes y que no han tenido malos precios.
En cuanto a las siembras de primavera, se espera una superficie similar al año pasado, ya que el agricultor ha podido sembrar en otoño todo lo previsto. La cuestión será qué se va a sembrar. La decisión del agricultor va a depender de la meteorología y del agua disponible en los embalses. El maíz es un cultivo muy dependiente del agua, por lo que, si no hay bastante dotación, el agricultor puede tender a sembrar cultivos con menos necesidades hídricas como el girasol. Los embalses de la cuenca del Guadalquivir están actualmente a un 31,1% de su capacidad total. El año hidrológico 2020-2021 ha arrancado con un 32,1% menos de agua en los embalses que la media, el registro más bajo desde la misma fecha en 2007