El aceite de oliva está atravesando una crisis de precios «injustificada». Como publica la periodista Inma Lopera en ABC, las continuas bajadas en las cotizaciones de las distintas calidades en las últimas semanas han hundido el valor del producto, que está por debajo de los costes de producción, por lo que las cuentas no salen para los agricultores. Unos olivareros extrañados por lo «insólito» de esta situación, ya que aunque la cosecha oleícola en España es muy alta, la caída en los países productores competidores (como Italia, Grecia, Turquía y Túnez) se antojaba al inicio de la campaña como una oportunidad comercial para el aceite nacional.
Pero el desplome de precios no cesa. Según datos oficiales, los productores oleícolas recibieron en febrero 2,38 euros de media por litro, frente a los 3,4 euros de un año antes, una caída del 30% que en marzo se agrava aún más. Los descensos son incluso mayores (del 50% en algunas categorías) si se comparan con mayo de 2017, el momento en el que se registraron los precios más altos de los últimos años, cuando el pago medio se situaba cerca de los 4 euros el kilo.
La situación ha llevado a convocar el Consejo Andaluz del Olivar, presidido por la consejera de Agricultura de Andalucía, Carmen Crespo, donde se han puesto sobre la mesa algunas de las medidas que el sector tiene en su mano para atajar el problema. Medidas que precisan, bien de actualización, como el almacenamiento privado, bien de organización, como una posible autorregulación por parte del sector. Por tanto, aunque no existen soluciones inmediatas, el sector parece estar de acuerdo en que la situación es «salvable» y en trabajar conjuntamente para evitar que esta historia se repita.
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